Contar con unas sillas de jardín en casa se ha convertido en una necesidad más que un capricho. El jardín, patio, terraza, balcón o cualquier espacio exterior donde coja una silla ha cobrado especial protagonismo tras la pandemia. Fue cuando nos dimos cuenta de la importancia de poder tomar los del sol y el aire fresco. Aunque el espacio fuera diminuto, ahí nos salíamos. Teniendo en cuenta la variedad de espacios en donde pueden ser ubicadas, el tamaño de la pieza es un factor relevante a tener en cuenta. Para áreas reducidas como el balcón, los modelos que se pueden plegar son un total acierto. Si están realizadas en madera o metal con tratamiento anti óxido, no tendrás que preocuparte de su durabilidad. Mientras que si el espacio es más grande, como el de una terraza, las que están hechas en polipropileno y se pueden apilar, son ideales. Al contar con un material flexible y ligero, las formas pueden ser variadas, desde modelos con reposabrazos, hasta multiposición, al igual que sucede con los colores. Además, ocuparán menos espacio cuando no las utilices.
Si el tamaño no es un problema, una amplia silla para el jardín con acabado en ratán natural o sintético, puede hacer que consigas tener un pequeño oasis sin salir de casa. La decoración desprenderá buen gusto, obteniendo un espacio acogedor donde poder recibir a tus amigos y seres queridos. Las fibras naturales cuentan con una gran resistencia y durabilidad, llegando a soportar temperaturas extremas y las inclemencias meteorológicas. Por tanto, no tendrás que almacenarlas durante los meses más lluviosos. Pese a ello, tanto el ratán como el mimbre se han colado en la decoración de interiores, así que cuando no las uses, siempre puedes introducirlas entre el mobiliario del salón. Y finalmente, un modelo que es muy cómodo, ligero y de gran durabilidad, es aquel que cuenta con estructura de aluminio y asiento en textilene, malla de vinilo muy resistente, que evita la absorción de humedad y se adapta a la forma del cuerpo.